La reforma agraria en Guatemala

La Reforma Agraria en Guatemala fue un movimiento que se dio justo después del triunfo de la Revolución del 20 de octubre de 1944. Dicho acontecimiento pretendía erradicar la propiedad feudal y eliminar todo tipo de explotación hacia el trabajador. La mitad de las tierras cultivables era propiedad de un minúsculo y privilegiado círculo de terratenientes. Dentro de dicho grupo, se encontraba como propietaria la United Fruit Company —UFCO— que poseía grandes extensiones de tierras ociosas.

 

Lo primero que se hizo fue modificar las relaciones agrarias de Guatemala con la Ley de Arrendamiento Forzado, Decreto 712, del año 1949. Lo cual obligaba a los propietarios que hubieran dado parcelas en arrendamiento durante los últimos 4 años a seguir haciendo esto por otros 2 años más. Además, exigía a los terratenientes que tuvieran tierras ociosas a arrendarlas. También impedía que se cobrara más del 5% de la cosecha obtenida del trabajo del obrero.

 

Luego, durante el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán se promulgó y aprobó el Decreto 900 —la Ley de Reforma Agraria— el 17 de junio de 1952, y se creó el Banco de Reforma Agraria. Su propósito era abolir la servidumbre y esclavitud. Así como proseguir con distribuir las tierras ociosas y cultivables a campesinos que las trabajaran. Las tierras embargadas eran pagadas a los dueños con una indemnización.

 

Con esto se logró distribuir el equivalente del 20% del total de tierra cultivable de Guatemala, beneficiando a más del 24% de la población. Las demandas y necesidades de los guatemaltecos fueron solventadas con políticas públicas, como el sistema de seguro social, el código de trabajo, la autonomía municipal y universitaria. entonces se implementó una política de acceso al crédito y asistencia técnica al trabajador. También se impulsó una campaña de alfabetización en áreas rurales.

 

Pero la aplicación de dicha ley concluyó repentinamente el 4 de junio de 1954 por intervención extranjera. A los ojos de inversionistas foráneos, estos eran actos de un gobierno comunista, el cual era aborrecido en la época. Así que las fuerzas norteamericanas tuvieron una reacción en favor de una “lucha por la democracia “, lo que culminó con el exilio de Árbenz Guzmán.

 

Él continuó y aumentó las políticas sociales de Arévalo. Además, él comenzó a confiscar la tierra inusitada y a redistribuirla. Esta política de la redistribución para la tierra inusitada entró en conflicto con el programa de la compañía unida de la fruta de permitir que la tierra al barbecho de mentira por un número de años recupere su fertilidad después de la cultivación. La Fruit unida Company utilizó su influencia política para conseguir al gobierno de los E.E.U.U. apoyar golpes de estado contra el gobierno de Arbenz. Una pequeña fuerza relativa de doscientas tropas y de seis planos en 1954 realizó el golpe e hizo a presidente de coronel Carlos Castillo Armas.

 

Castillo Armas invirtió los programas de la asistencia social y volvió la tierra confiscada a sus dueños. Lo asesinaron en 1957. En los años 60 las organizaciones de la guerrilla se convirtieron en un elemento de la vida en Guatemala. En 1982 el general Efraín Ríos Montt hizo presidente e instituyó una política de reclutamiento de los hombres jóvenes de las aldeas mayas para luchar las organizaciones de la guerrilla.

 

En Marcos 1986 Vinicio Cerezo Arévalo fue elegido presidente. Él intentó, sin éxito, negociar un establecimiento con las organizaciones de la guerrilla. A Jorge Serrano del movimiento para el partido de la acción de la solidaridad lo substituyó como presidente en la elección 1991

 

La contrarrevolución en Guatemala

La Contrarrevolución de 1954 -también llamada Contrarrevolución del 54 fue un movimiento político y militar, orquestado por Estados Unidos, la United Fruit Company y algunos terratenientes guatemaltecos que, provocó la renuncia el 27 de junio de 1954 del presidente de Guatemala en aquel momento, Jacobo Árbenz, a quien acusaban de comunista. La verdadera razón por la cual buscaron la salida de Árbenz era para preservar sus intereses económicos en el país en 1953, las posiciones en Guatemala estaban definidas en una alineación de fuerzas contrarias al gobierno de Árbenz. Estas estaban compuestas, en primer lugar, por el gobierno estadounidense del presidente Dwight Eisenhower y, en especial, su Secretario de Estado, John Foster Dulles. Así como también formaba parte el hermano de este, Allen Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia -CIA- del país norteamericano (Compendio de Historia de Guatemala 1944.

 

En segundo lugar, siempre en contra del gobierno guatemalteco de turno, se encontraba la United Fruit Company, propietaria principal de tierras en el país y entre cuyos accionistas se encontraban los hermanos Dulles (Compendio de Historia de Guatemala 1944. A la vez, acompañó la alta jerarquía de la Iglesia Católica, encabezada por el arzobispo Mariano Rosell Arellano, quien había suscrito y divulgado la Carta Pastoral Contra los Peligros del Comunismo en Guatemala y había impulsado el Congreso Eucarístico Nacional en 1950, como una demostración de fuerza. El arzobispo Mariano Rosell Arellano había puesto en marcha una cruzada de peregrinación del Cristo de Esquipulas para rogarle que terminara con el comunismo en Guatemala.

 

También se encontraban en contra de Árbenz la mayor parte de los terratenientes del país, algunos de ellos, agrupados en la Asociación Guatemalteca de Agricultores -AGA-, quienes veían el proceso, de reforma agraria, como una amenaza contra sus intereses. Por último, ciertos regímenes extranjeros, tales como el gobierno de Nicaragua, de la República Dominicana y Honduras, fuertemente comprometidos con los intereses de la compañía bananera, no se encontraban a gusto con el mandatario guatemalteco.

 

La primera confrontación seria con Estados Unidos se dio en el marco de la X Conferencia Interamericana, realizada en Caracas durante marzo de 1954. En esta actividad diplomática, a pesar del valiente discurso del canciller de la República de Guatemala -Ministro de Relaciones Exteriores-, Guillermo Toriello, se adoptó una resolución en contra de Guatemala, condenándola, y de hecho aislándola internacionalmente. Ya en esos momentos Estados Unidos trabajaba en la organización de la Operación Éxito, que no era más que la planificación del derrocamiento del segundo y último gobierno de la Revolución de 1944.

 

La Operación Éxito tuvo la característica de ser predominantemente política y propagandística. Con sus auspicios se organiza al Ejército de la Liberación, bajo la jefatura del teniente coronel Carlos Castillo Armas que, finalmente llegaría a romper con la revolución y lo dejaría en el poder tras la renuncia de Árbenz.

 

Es así como su conjunción de desafectos al régimen, un grupo de agentes de la CIA, y grupos de aventureros pagados por el gobierno del presidente hondureño, Anastasio Somoza conspiraron en tierras hondureñas para preparar la invasión de Guatemala, precedida por insistentes ataques aéreos. Contrariamente puede pensarse, este grupo no sobrepasó los mil hombres.

 

El 7 de junio de 1954, el Ejército de Guatemala presentó al presidente Arbenz un pliego de veinte preguntas que evidenciaban, en primer lugar, la inquietud de la institución sobre las posiciones políticas y el liderazgo gubernamental de los integrantes del Partido Guatemalteco del Trabajo -PGT- y, sobre todo, el nivel de influencia ideológica comunista ejercida en el mandatario.

 

El segundo tema del cuestionamiento era la posibilidad de dar armas a las milicias populares creadas para defender a la Revolución de 1944. Desde principios de año, cuando el régimen, sintiéndose amenazado, quiso comprar armas previniendo un ataque militar, se encontró con la negativa de varios gobiernos. De esta manera, forzaría a adquirir algún armamento checoslovaco, lo cual provocó temores en el Ejército ante la posibilidad de que estos fueran distribuidos entre la población y quedaran fuera de su control.

 

Árbenz afirmó que la influencia del PGT no era crucial para su gobierno y negó que tuviese intención de formar milicias populares. El presidente cometió, no obstante, el error de no apreciar el significado que tenía el cuestionamiento del Ejército, que también había sido sometido a una intensa campaña ideológica sobre los peligros del comunismo. A pesar de las respuestas del presidente, la duda y el temor quedaron sembrados entre los miembros de la institución armada.

 

Durante el mes de junio de 1954 se vivía en Guatemala un clima de confrontación irremediable. En el campo, las invasiones de tierra sucedían una tras otra, en tanto que, los mítines y las manifestaciones de apoyo al régimen iba siendo cada vez menos. Los sermones y advertencias de la Iglesia arreciaban. No tardaron en surgir las transmisiones de Radio Liberación, una emisora establecida por los opositores de Árbenz, que divulgaban los pormenores de una invasión inminente, por parte de un ejército con mucho armamento y un contingente de soldados, superior al de las fuerzas armadas nacionales. Algunos aviones volaron el cielo de la ciudad capital, ametrallando objetivos militares y dejando caer propaganda contra el régimen, así como amenazas de muerte sobre sus colaboradores. Se produjo una campaña de rumores de la más diversa índole, entre ellos una supuesta marcha de campesinos para saquear la ciudad.

 

El 31 de mayo de 1952, al enterarse de lo dispuesto en la Reforma Agraria, el influyente periodista Clemente Marroquín Rojas escribió en su editorial que muchos de los miembros de las clases altas que fueron arbencistas en las elecciones de noviembre, entre ellos Asturias y Beltranena, lo fueron porque estaban seguros de que Árbenz era un hombre de la derecha y que no podía ser marxista por ser militar, estar casado con una dama de sociedad asociada a capitalista y gusta de la «buena vida»; Marroquín Rojas explicó en ese editorial que él había conocido al verdadero Árbenz en las juntas del consejo de ministros del presidente Juan José Arévalo: un hombre que le inspiraba un gran aprecio en lo personal, pero que era firme en sus convicciones extremistas y que no las dejaría de lado hasta que fuera derrocado. Finalmente, indicó que ya no había posibilidad de compromiso entre el gobierno arbencista y las élites guatemaltecas. En el editorial de Marroquín Rojas quedó definida la posición de la élite, pues ésta comprendió que no podría acceder al poder por medios democráticos.